domingo, abril 23, 2006

V DE VENDETTA Un film de James McTeigue

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La Tierra de Haz lo que quieras (Anarquía en el Reino Unido)


"La anarquía tiene dos caras: La creadora y la destructora. Así, los destructores derriban imperios; crean un lienzo de escombros sobre el que los creadores pueden pintar un mundo mejor" V

En V de vendetta hay un terrorista que perpetra atentados y es inevitable ver reflejada la realidad que al comienzo decíamos que parece de ficción, y viceversa, podríamos decir ahora. Pero hay una gran diferencia entre la realidad y la ficción. Una diferencia fundamental que todos aquellos que hablan de apología del terrorismo nunca parecen descubrir. Y esa diferencia es que la ficción NO es real. Todo debería ser lícito en la ficción, y sí, ahora estamos hablando una vez más de la libertad de expresión. A pesar de todo, y aunque como ya he dicho no considero necesario justificarle, no creo que Alan Moore esté diciendo que la solución a todos los males endémicos de nuestra sociedad sea poner bombas. Cuando yo era universitario, un profesor bastante imbécil, me suspendió de manera absolutamente injusta (y lo que es peor, irregular), lo cual me indujo a practicar una venganza. Vaya, ya está aquí otra vez la palabra. Ya dije que habría que hacer hincapié en ella. Una venganza muy simple, la verdad, pero enormemente satisfactoria. Escribí un relato en el que mi álter ego Sebastián Vázquez (Vázquez con V de Vargas y V de Vendetta; como el protagonista de la película, no creo en las casualidades) asesinaba a mi profesor a golpe de extintor, mientras su mujer le ponía los cuernos con otro profesor de la facultad, y lo distribuí entre algunos compañeros de clase. ¿Quería esto decir que yo justificaba, exigía o defendía que mi profesor debería ser asesinado? Pues por si alguien lo dudaba, la respuesta es no, no y no. Era ficción, NO era real. La ficción puede constituirse como un excelente medio para mostrar disconformidad con ciertas cosas con las que tenemos que tragar aunque no nos apetece. V aboga por la libertad de expresión, por la utopía de una sociedad perfecta y carente de ataduras, por la libertad de opinión, por la independencia del individuo frente al sistema, alcanzada a través de la anarquía. Sus métodos llaman la atención del lector o del espectador, inevitablemente le retrotraen a su realidad, a darse cuenta de a dónde nos está llevando a parar esta sociedad, este sistema demoledor donde el dinero y el ansia de poder son los malditos reyes. Y eso, si se me permite la comparación, es tan delictivo como pintar a Mahoma.

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